¿QUÉ SON LOS ANTIINFLAMATORIOS?


Los antiinflamatorios son un grupo muy numeroso de fármacos que se emplean en el tratamiento del dolor y la inflamación que se produce en alteraciones muy diversas. Son muy utilizados en las enfermedades del aparato locomotor, es decir, aquellas que afectan a las articulaciones, los músculos, los huesos y los tendones, ya que, administrados a dosis adecuadas y bajo control médico, contribuyen decisivamente al bienestar del enfermo.
Los antiinflamatorios constituyen uno de los principales tratamientos de muchas enfermedades reumáticas en las que la inflamación es importante, como son la artritis reumatoide, la artritis crónica juvenil, las artritis reactivas, la espondilitis anquilosante, la gota, el lupus eritematoso sistémico, la artritis psoriásica, bursitis y tendosinovitis.
Por su capacidad de disminuir el dolor (efecto analgésico), se utilizan en otros muchos procesos, como son la artrosis, el dolor muscular, el dolor dentario, el postoperatorio y después de traumatismos.
Además, pueden disminuir la fiebre (efecto antipirético) y pueden ayudar a prevenir trombosis sanguíneas (efecto antiagregante).

ÉRASE UNA VEZ...


Durante varios siglos, diferentes culturas reconocieron el efecto medicinal de algunas plantas, entre ellas, la corteza del sauce. Su jugo era capaz de aliviar el dolor gracias a una sustancia llamada salicina, de la cual se derivaría siglos más tarde el ácido acetilsalicílico. Tras demostrar su efecto antiinflamatorio, fue introducido en la medicina a finales del siglo XIX con el nombre de Aspirina. En los años siguientes se descubrieron otras sustancias con efectos similares, entre las que destacan la fenilbutazona y la indometacina. Desde entonces, la investigación se ha intensificado en busca de antiinflamatorios más eficaces y más seguros, con la introducción de nuevos medicamentos en el mercado farmacéutico. La Aspirina sigue estando, sin embargo, aún vigente en el tratamiento de la inflamación.

¿POR QUÉ SE UTILIZAN Y CÓMO ACTÚAN?


Los antiinflamatorios son fármacos fundamentales en el tratamiento de pacientes con enfermedades reumáticas. Su objetivo es disminuir la inflamación, ya que, si ésta es muy intensa o prolongada, puede lesionar los tejidos articulares.
En algunas enfermedades las células sanguíneas (glóbulos blancos y plaquetas) se activan y, mediante un enzima compuesto llamado ciclooxigenasa, producen las sustancias responsables de la inflamación. Los antiinflamatorios impiden la acción de la ciclooxigenasa y, mediante este mecanismo, disminuyen la inflamación.
Su efecto es precoz y se puede apreciar ya en el primer día, pero alcanza su máximo efecto en el curso de los 714 días que siguen al inicio de su administración. Del mismo modo, su efecto deja de producirse cuando se abandona. Los antiinflamatorios no eliminan la causa de la inflamación, por lo que no cambian el curso de la enfermedad, pero sí ayudan a mejorarla ya que facilitan la actividad física y el bienestar diario del enfermo.

¿CUÁL ES EL MEJOR ANTIINFLAMATORIO?


No hay evidencia de que un antiinflamatorio, a dosis equivalentes, sea claramente superior a otro. Por ello, en el momento de decidirse por un determinado antiinflamatorio deberán valorarse diferentes factores. Estos factores dependen de las características propias de cada paciente entre las que se incluye el tipo de enfermedad inflamatoria que presenta y sus síntomas, la edad, otras enfermedades que pueda padecer, los tratamientos que utiliza y la respuesta individual. Son igualmente importantes factores que dependen del propio fármaco como su eficacia, tolerancia, seguridad, coste y la forma y vía de administración (Tabla 1).

Factores que influyen en la elección de un antiinflamatorio

Factores que dependen del tipo de antiinflamatorio

EFICACIA
TOLERANCIA
SEGURIDAD
FORMA DE ADMINISTRACIÓN
VÍA DE ADMINISTRACIÓN
COSTE

Factores que dependen del paciente

RESPUESTA INDIVIDUAL
ENFERMEDAD
TIPO DE SÍNTOMAS
EDAD
OTRAS ENFERMEDADES
OTROS MEDICAMENTOS
EMBARAZO



Uno de los puntos más importantes a tener en cuenta es que existe una "respuesta individual", de manera que, antiinflamatorios que son muy efectivos en un individuo lo son menos en otros. Por tanto, en algunos casos, deben ensayarse varios fármacos hasta encontrar el más adecuado. Es imposible predecir qué antiinflamatorio va a resultar más activo y menos tóxico en un caso concreto. El elegido debe emplearse un periodo de tiempo suficientemente largo, al menos 15 días, antes de asegurar que no es efectivo.
Lo más importante será encontrar el antiinflamatorio adecuado para cada caso; el ideal será aquél que controle el dolor y la inflamación sin producir efectos secundarios. El efecto del fármaco no se ve influenciado por el tiempo que se tome, es decir, la eficacia no disminuye aunque se utilice durante mucho tiempo de manera continuada.

TIPOS DE ANTIINFLAMATORIOS


Los antiinflamatorios se pueden agrupar según la similitud de su estructura química, características de actuación y duración del efecto. Algunos deben administrarse cada 8 horas, otros cada 12 o incluso algunos cada 24 horas, en función del tiempo que tardan en eliminarse de la circulación sanguínea. Por tanto, según las características de cada fármaco, existen unas dosis recomendadas que determinan el número de veces al día que un enfermo debe tomarse un antiinflamatorio para que tenga efecto.
La mayor parte de antiinflamatorios se comercializan en forma de tabletas, cápsulas o comprimidos para su administración por vía oral. También es posible su administración por vía rectal o intramuscular. El tratamiento a través de la piel en forma de pomadas suele ser mucho menos eficaz, pero puede estar indicado en algunos casos.
La gran mayoría de antiinflamatorios se absorben fácilmente en el aparato digestivo. Circulan por la sangre unidos a las proteínas, y se distribuyen por los tejidos hasta alcanzar el lugar donde se ha producido la inflamación. Para que tengan efecto deben alcanzar un nivel adecuado en sangre. Por ello, es imprescindible seguir las indicaciones del médico para realizar un número adecuado de tomas al día, y que pueden variar de 3 o más veces hasta una sola vez al día, según las características particulares de cada antiinflamatorio. Un error en la dosis puede producir un menor efecto antiinflamatorio o un exceso de efectos adversos.
Los fármacos se vuelven inactivos en el hígado y posteriormente son eliminados por la orina.

EFECTOS ADVERSOS MÁS FRECUENTES


Los antiinflamatorios producen efectos beneficiosos al disminuir la inflamación pero, como contrapartida, pueden provocar efectos imprevistos o no deseados, llamados también efectos adversos. Se dan en un pequeño porcentaje de casos y suelen ser de poca importancia. Debe comunicarse cualquier anomalía o síntomas nuevos tras iniciar un tratamiento con antiinflamatorios, ya que, bajo control médico, se puede valorar la gravedad y necesidad de suprimir la medicación.
Los efectos adversos más importantes y frecuentes son los que afectan al aparato digestivo (esófago, estómago, intestino), al aparato respiratorio ( pulmones y vías 274 273 respiratorias), al sistema nervioso (cerebro, médula espinal y nervios periféricos), al sistema renal (riñones y vías urinarias), a la piel y a los componentes de la sangre.

APARATO DIGESTIVO:

Todos los antiinflamatorios pueden producir ardor, dolor abdominal o náuseas. Esto es más frecuente en aquellos casos en los que el enfermo ha presentado previamente una úlcera de estómago o de duodeno. También la ingesta de bebidas alcohólicas, el empleo de varios antiinflamatorios de forma simultánea, el tratamiento con corticoides y, sobre todo, la utilización de antiinflamatorios en personas de edad avanzada, se consideran factores de riesgo para desarrollar más efectos secundarios gástricos.
Los efectos indeseables sobre el aparato digestivo pueden producirse tanto con los antiinflamatorios que se toman vía oral, como con los que se administran en forma de supositorios o con inyecciones, ya que las alteraciones digestivas se producen no sólo por la acción directa del antiinflamatorio en el estómago, sino por su mecanismo de acción.
En general, estos efectos pueden producirse ya desde el inicio del tratamiento, es decir, no es necesario un tiempo prolongado de administración del fármaco para que puedan aparecer efectos secundarios gastrointestinales.
Los pacientes con riesgo de sufrir estos efectos secundarios pueden tomar antiinflamatorios, con mayor precaución y siguiendo las medidas oportunas para la protección del aparato digestivo que, generalmente, comporta la administración concomitante de otro fármaco.
En los pacientes con hernia de hiato y reflujo pueden producirse molestias esofágicas. Para prevenir estos efectos deben tomarse los antiinflamatorios después de las comidas y, si aparece dolor gástrico, tomar antiácidos una hora después. En caso de que las molestias no desaparezcan deberá comunicarse al médico. Debe tenerse especial precaución en los casos de enfermedades intestinales, ya que también puede producirse irritación a ese nivel. En algunos casos, los antiinflamatorios pueden ser perjudiciales para el hígado.

SISTEMA RENAL:

En personas sanas no suelen producirse complicaciones en el sistema renal. En el caso de insuficiencia cardiaca, tensión arterial elevada, cirrosis hepática, tratamiento con diuréticos, enfermedades previas del riñón o edad avanzada, el uso de antiinflamatorios no está contraindicado pero se deberá variar la dosis del antiinflamatorio de manera adecuada para cada caso.

CUTÁNEOS:

Pueden producirse diversas alteraciones en la piel aunque suelen desaparecer en poco tiempo al retirar el fármaco y ser de poca importancia. Las más frecuentes son los picores, las erupciones o la urticaria. Su gravedad debe ser siempre valorada por el médico.

APARATO RESPIRATORIO:

Los antiinflamatorios (sobre todo la aspirina) pueden desencadenar un episodio agudo de asma en aquellos casos en que un paciente 275 haya presentado episodios previos de rinitis alérgica, urticaria, pólipos nasales o de asma, En los casos en que la administración de antiinflamatorios sea necesaria puede realizarse una prueba de tolerancia, a dosis mínimas y bajo estricto control médico.

SISTEMA NERVIOSO:

En ocasiones, la administración de antiinflamatorios puede provocar dolor de cabeza, vértigo o somnolencia. Suelen ser alteraciones poco importantes pero a veces pueden producir dificultades en el trabajo o en la conducción de vehículos. En algunos ancianos pueden producir cambios de carácter.

ALTERACIONES SANGUÍNEAS:

Son complicaciones muy poco frecuentes pero, los antiinflamatorios pueden disminuir el número de plaquetas, glóbulos blancos y glóbulos rojos. Es aconsejable suprimir la toma de antiinflamatorios antes de someterse a cualquier tipo de cirugía, ya que pueden aumentar el riesgo de hemorragias. Los antiinflamatorios pueden también aumentar las cifras de tensión arterial.

PRECAUCIONES


Como pasa con todos los medicamentos, existen algunas situaciones en las que deben evitarse los antiinflamatorios ya que existe un mayor riesgo para la aparición de efectos secundarios. Entre éstas se incluye:

    Alergia conocida a los antiinflamatorios (hinchazón de cara, labios, lengua o garganta y/o erupción cutánea con picor).
    Antecedentes de asma con la Aspirina u otro antiinflamatorio.
    Ulcera de estómago o duodeno activa (en caso que sea necesaria la toma de antiinflamatorios deberán extremarse las precauciones y tomar protectores gastroduodenales).
    Enfermedad renal grave.
    Enfermedad hepática grave.
    Enfermedad inflamatoria intestinal.
    Embarazo o lactancia.

¿SE PUEDEN TOMAR CONJUNTAMENTE A OTROS MEDICAMENTOS?


La acción de los antiinflamatorios puede variar la acción de otros medicamentos, aumentando o disminuyendo su eficacia. A este efecto se le llama interacción medicamentosa.
Una de las más importante es la que se produce con fármacos que se usan para disminuir la coagulación (Sintrom, Aldocumar), ya que puede aumentar el riesgo de sangrado. En los pacientes que estén bajo tratamiento con fármacos antidiabéticos debe tenerse en cuenta que, al tomar antiinflamatorios, las cifras de glucosa pueden disminuir en exceso.
Otros medicamentos a los que también puede ser necesario modificar la dosis son la digoxina, fármacos contra la epilepsia y para control de la tensión arterial, antibióticos y litio.

EMBARAZO Y LACTANCIA


Deben evitarse los antiinflamatorios durante el primer trimestre del embarazo y el último mes antes del parto. En caso de embarazo y tener que recurrir a la administración de antiinflamatorios se aconseja la administración de Aspirina. Ésta es bastante segura para el feto.
Los antiinflamatorios llegan a la leche materna, por lo que no se aconseja su administración a las mujeres en este periodo, ya que pueden pasar al niño lactante.

NIÑOS Y ANCIANOS


Los niños pueden tomar algunos de los antiinflamatorios aprobados por los comités para uso pediátrico, siempre bajo estricto control médico y con dosis adecuadas a su edad y a su peso.
Los enfermos de edad avanzada corren mayor riesgo de desarrollar efectos adversos que la población joven. Debe tenerse una precaución especial en los casos de desnutrición, en el caso de padecer otras enfermedades o en el caso de tomar otros medicamentos. En general, se recomienda dar dosis más bajas que las habituales.

RECUERDE



    Debe informar a su médico de los diferentes fármacos que toma antes de iniciar un tratamiento con antiinflamatorios.
    Debe realizarse controles periódicos para evaluar el beneficio del tratamiento y la aparición de efectos adversos.
    No es aconsejable la combinación de diferentes antiinflamatorios.
    Si presenta cualquier tipo de reacción que no considere normal, debe dejar de tomar el fármaco y comunicarlo a su médico.
    Es importante mantener la dosis que su médico le ha recetado. Si se olvida de una, prescinda de ella, no tome una dosis extra, y reanude su toma habitual al día siguiente.